Hubo una vez.
El amor ideal se quedó estancado,
así como son los amores ideales, un sueño que no se alcanza pero que nunca se
va, como una constelación, siempre allí, inalcanzable, misteriosa que no se puede
dejar de mirar.
Y la verdad es que yo si te alcance.
Te tuve unos segundos, unos minutos, en el momento en que más te necesitaba,
cuando descubrí el error de la impaciencia.
Me había casado unos pocos meses
antes de que tu regresaras, me sentía segura de mis decisiones, pensé que no
pensaba en ti, excepto de vez en cuando durante el sexo, pero eso le pasa a
cualquiera, no pensaba qué tan real eras.
El día de la boda sabía que no
era la decisión perfecta, pero pensaba que era la correcta. Él me había fallado
alguna vez, pero nos llevábamos tan bien, me gustaba y lo amaba.
Y las profecías se cumplieron.
Falló en todos los sentidos y yo fallé con él. Pero seguimos intentando.
Así que el día que te encontré
fue sin buscarte, solo fue.
Fue el mejor día de mi vida.
- Cómo estás? -
Dijiste.
Ya sabías. Todos sabían, lo que
ocurría en mi vida.
Me quedé muda, como pocas veces,
con un nudo en la garganta, y la sensación ardiente de que esto terminaría con
la almohada entre los dientes.
No respondí. No era necesario me
sonreí y te abrace. Sentí que tu abrazo se fue poniendo más intenso y apretado
y escuché tu respiración nerviosa de inhalaciones profundas y difíciles de
soltar, como quien quiere retener el momento por siempre. Después soltabas el
cálido aire de tu interior de pausa en pausa como si con un cincel labraras la
figura del instante.
Yo tenía miedo. Miedo de quedar
atrapada por siempre entre tus latidos ¿cómo es que estás aquí ahora y no
antes? ¿cómo podría volver atrás?
Nos tardamos un poco en
reaccionar y la separación fue solo física cuando nos soltamos del abrazo.
¿Cómo es que habíamos coincidido
allí? Era el espacio donde diario me dedicaba a correr tratando de olvidar, de
escapar y de volver a ser yo. Y ese pareciera que corrí hacia ti, fueron dos
segundos frente a frente. Regresó cada quien 2 metros y dos años.
Seguimos caminando y te conté lo
que ya conocías, pude ver tus ojos llorosos, como si mi pena fuera la tuya.
Llegamos a tu auto y me abriste la puerta.
Era una entrada hacia el futuro,
el pasado y el presente a la vez, los recuerdos, la esperanza y la frustración
unidas en dos segundos en los que la mente se detuvo. Todos tenemos esos dos
segundos, donde te decides a errar o acertar, actúas o mueres. El bien y el mal
delante de ti. Hay quienes no utilizan jamás sus dos segundos y viven con suerte…buena
o mala. Nunca dejes pasar tus dos decisivos segundos: UTILÍZALOS, aprovéchalos
y agradécelos. Pueden cambiarte la vida.
Lo miré, lo abracé, un beso en la
mejilla y dije: Te voy a extrañar el resto de mi vida, perdóname, te amo y
gracias.
FIN.
#unanovelaaldía #bytato
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