miércoles, 18 de febrero de 2015

Hubo una vez.

Hubo una vez.

El amor ideal se quedó estancado, así como son los amores ideales, un sueño que no se alcanza pero que nunca se va, como una constelación, siempre allí, inalcanzable, misteriosa que no se puede dejar de mirar.

Y la verdad es que yo si te alcance. Te tuve unos segundos, unos minutos, en el momento en que más te necesitaba, cuando descubrí el error de la impaciencia.

Me había casado unos pocos meses antes de que tu regresaras, me sentía segura de mis decisiones, pensé que no pensaba en ti, excepto de vez en cuando durante el sexo, pero eso le pasa a cualquiera, no pensaba qué tan real eras.

El día de la boda sabía que no era la decisión perfecta, pero pensaba que era la correcta. Él me había fallado alguna vez, pero nos llevábamos tan bien, me gustaba y lo amaba.

Y las profecías se cumplieron. Falló en todos los sentidos y yo fallé con él. Pero seguimos intentando.

Así que el día que te encontré fue sin buscarte, solo fue.

Fue el mejor día de mi vida.

-         Cómo estás? -  Dijiste.

Ya sabías. Todos sabían, lo que ocurría en mi vida.

Me quedé muda, como pocas veces, con un nudo en la garganta, y la sensación ardiente de que esto terminaría con la almohada entre los dientes.

No respondí. No era necesario me sonreí y te abrace. Sentí que tu abrazo se fue poniendo más intenso y apretado y escuché tu respiración nerviosa de inhalaciones profundas y difíciles de soltar, como quien quiere retener el momento por siempre. Después soltabas el cálido aire de tu interior de pausa en pausa como si con un cincel labraras la figura del instante.

Yo tenía miedo. Miedo de quedar atrapada por siempre entre tus latidos ¿cómo es que estás aquí ahora y no antes? ¿cómo podría volver atrás?

Nos tardamos un poco en reaccionar y la separación fue solo física cuando nos soltamos del abrazo.

¿Cómo es que habíamos coincidido allí? Era el espacio donde diario me dedicaba a correr tratando de olvidar, de escapar y de volver a ser yo. Y ese pareciera que corrí hacia ti, fueron dos segundos frente a frente. Regresó cada quien 2 metros y dos años.

Seguimos caminando y te conté lo que ya conocías, pude ver tus ojos llorosos, como si mi pena fuera la tuya. Llegamos a tu auto y me abriste la puerta.

Era una entrada hacia el futuro, el pasado y el presente a la vez, los recuerdos, la esperanza y la frustración unidas en dos segundos en los que la mente se detuvo. Todos tenemos esos dos segundos, donde te decides a errar o acertar, actúas o mueres. El bien y el mal delante de ti. Hay quienes no utilizan jamás sus dos segundos y viven con suerte…buena o mala. Nunca dejes pasar tus dos decisivos segundos: UTILÍZALOS, aprovéchalos y agradécelos. Pueden cambiarte la vida.

Lo miré, lo abracé, un beso en la mejilla y dije: Te voy a extrañar el resto de mi vida, perdóname, te amo y gracias.


FIN.

#unanovelaaldía #bytato

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